Saturday, February 5, 2011

Su abandono, tu amargura...

Una verdad irrefutable es que el abandono de un padre no se supera nunca en la vida. Estos abandonos tienen distintos gradientes. Van desde el absoluto, cuando el sujeto simplemente desaparece de forma definitiva como si hubiera muerto, hasta el circunstancial, cuando el tipo va y viene sin patrón aparente y siempre explicando sus ausencias con mil y una excusas.
El denominador común de estos “preñadores” (el título de padre les queda como grande) es sin duda la ausencia de culpa. Y no sólo ellos entienden sus conductas sin mayor conciencia de la responsabilidad, sino que suelen estar rodeados de mujeres que insólitamente les justifican el proceder. En este marco crecen millones de niños en nuestro país y precisamente por ser tantos el asunto ha llegado a parecernos peligrosamente normal.
Esta consideración volvió a mi mente hace poco. Verán, por estos días ensayo un nuevo proyecto en los salones de un colegio religioso de Caracas. Como suelo llegar temprano a todas mis citas, tengo unos minutos para observar mi entorno. A esa hora, una horda de niños termina un campamento vacacional. Un niño de unos 8 años le comentaba a otro a la salida, “Hoy me viene a buscar mi papá, hace mucho que no lo veo porque se separó de mi mamá, pero hoy viene”. Lo decía con los ojos brillantes y un regocijo que conmovía a las piedras. No pude evitar quedarme allí y esperar junto al pequeño al sujeto que por fin venía hoy. Y sucedió. El niño corrió a su encuentro. Lo abrazó y él le pregunto “¿Cómo está mi príncipe?”. El niño fue en aquel instante feliz, como si un chiste y una pregunta borraran al instante meses de abandono y negligencia.
Me pregunté si era mejor que el sujeto apareciera intermitentemente y le propinara apenas una migaja oportuna de afecto que le provocara la ilusión de ser amado aunque después volviera a desaparecer sin motivo y tuviera el pequeño que fabricarse las razones de no ser digno del amor de su padre, o si era preferible que el hombre desapareciera por completo y tuviera que hacerse la idea de ser huérfano, cosa que si bien erradicaría aquellos destellos de ilusión, también le daría una realidad un tanto más coherente con la cual sobrevivir. Supuse que llegado a la adolescencia el niño tendría mucho más claro quién era su padre y podría hacer los reclamos pertinentes y entender que no es él el del problema, sino aquella patética excusa de padre que su madre le escogió un día, ciega de amor.
Y llegué a ella, la madre. El niño la había borrado del todo durante el encuentro. No era importante. Ella, que se sacrificaba por el, que con toda seguridad lo sacaba adelante con esfuerzo y amor, no tenía protagonismo alguno. Desaparecía por completo ante la visita del padre.
Tamaña injusticia debía tener explicación, me dije, y justo antes de entrar a mi ensayo la vi. La madre del amigo del niño, evidentemente agotada y agobiada, llegaba a buscarlo. No había saludo, no había chiste ni risas. La amargura de la mujer era evidente en el grito de apuro, en la desesperanza y la resignación de su tono, en la corrosiva rutina en la que estaban inmersos. El niño se iba triste porque a él no lo había venido a buscar un peor-es-nada intermitente, sí, pero al menos aparentemente feliz.
Entré a mi ensayo convencido de que un mal padre no es nunca, bajo ningún pretexto, una buena persona. Pero también me quedé pensando en lo peligrosa que puede resultar la amargura crónica de una mujer.

8 comments:

  1. Esta la otra parte de el padre q existe, que vive dia a dia.. Pero es como si no existiera.. El que solo esta fisicamente.. Aun luego de mis 19 años de vida, mi papa es un ser completamente extraño para mi, o tal vez yo para el.. No conoce mis gustos, debilidades, fortalezas, deseos, amores, no sabe nada de mi.. Su actitud es perennemente de amargura rabia y cinismo para mi.. Entonces, me pregunto, sera mejor no tenerlo y extrañarlo? que tenerlo y aun asi sentir su ausencia? Saludos, Veronica!

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  2. Gracias por tu comentario, Verónica. Y por tu revelación. Creo que al menos tú, al tenerlo físicamente presente, puedes confrontarlo con su negligencia. No es nada fácil, pero es una posibilidad que harás realidad en su momento. Su amargura es suya, no tiene nada que ver contigo. Es su problema. Sería interesante que le hicieras ver que a pesar de ser padre e hija, no se conocen. Creo que es posible que vea la gran oportunidad que le brindas de concoerte. Si no lo hace, no habrás perdido mucho tú. Es él que que se pierde de ti.

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  3. este tema tiene muchas espinas para mi.. yo creci si un padre, por que ese es uno de los tantos que asume que al separse de la mujer se separa del hijo.. aun asi el tipo y yo no pegamos para nada, nunca lo he soportado y al contrario de lo que comentas (que si es asi) deje a mi mamá para correr a sus brazos. algunos dicen que debemos tener el caracter igual y por eso no pegamos.. pero lo dudo.. como sea, cuando creces y has pasado por esto se supone que lo que quieres para tus hijos es eso.. por lo menos un hogar estable.. pero resulta que no, por que los hombres o algunos, y conosco bastantes creen que los hijos son solo por raticos. ahora yo estoy con mi bebe y un padre que ayuda mas cuando no estorba..

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  4. Tu labor es excelente, cosa que admiro hasta el regocijo…lo que has evolucionado no me sorprende, modestia aparte LO SABIA!!!

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  5. bueno de todo hay en la villa del Señor, mi caso bueno..... mis papas se separaron cuando tenia cinco años ese me dolio muchisimo, pero en mi caso mi papa siempre lo veiamos era el padre mas cariñoso para mi era el mejor papa del mundo el mas bello, el mas joven y guapo siempre nos enseñaba valores, no entendia la rabia de mi mama hacia el... no entendi hasta que creci y me hice mujer no solo de amor se vive mi papa (que lo amo) no era responsable con nuestra manuntencion, mejor dicho mi mama casi sola en cuestiones de educacion, salud, ropa y calzado, jugetes ella solita salio adelante con nosotras, aveces quisiera decirle a mi papa por que fue asi con nosotras (somos tres hermanas)pero no quesiera herirlo lo quiero y mi deber es protegerlo ahora .. saludos desde Ciudad Guayana, Andreina!!!

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  6. En mi caso mi papa lo amo y lo adoro, en los momentops importantes siempre ha estado ahi al igual q con mi hermano, siempre ha estado con mi mama y entre los dos nos criaron maravillosamente bien, pero el estuvo casado antes y tuvo otro hijo con el cual nunca tuvo nada que ver, esto nunca lo entendi ni lo entiendo pero se me hace imposible juzgar a mi papa :S

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  7. Lo difícil es pensar DÓNDE se consigue un hombre que sea verdaderamente co-responsable en el cuidado y crianza de los hijos en un sistema que prácticamente aplaude a ese hombre "preñador" de mujeres que va por la vida dejándole este enorme peso sobre los hombros a las madres...

    Muchísimos factores actúan aquí, pero creo que la cuestión de los roles tradicionales de género es una de las que más pesa... Una mujer que se realiza como tal a través del ejercicio -cabe decir extenuante- de la maternidad y un hombre que define su identidad a través de la promiscuidad y el abandono irresponsable..

    Lo que me gusta es que, al parecer, una buena parte de nosotros las generaciones "víctimas" estamos reflexionando al respecto y, al menos, identificando las cosas... eso es un gran paso! :D

    Así que, a trabajar por una paternidad responsable... para que haya donde escoger!Leí lo de "Démosle a los niños un Bebe Querido a ver si en ves de 'mariquearse' aprenden a ser papás" (o cerca).. EXCELENTE FRASE!!

    Besos

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  8. Encantada con este escrito, nutre leerlo ya que vas a las situaciones más reconditas de la sociedad, a las circunstancias problemáticas y tu conclusión desde un punto de vista parece solución. Y que mas, en mi caso soy responsable de ser víctima de uno de esos preñadores y muy cerca de sufrir esa amargura crónica.

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