Saturday, May 28, 2011

"Reverón" la película

Como Nicolas Ferdinandov, el ruso, en "Reverón" la película de Diego Risquez ya en cines.

Thursday, May 26, 2011

Defectos Secundarios

Durante esta temporada que paso en Nueva York, he notado algo perturbador que no puedo evitar desarrollar. En este país, a diferencia del nuestro, hay una televisión maravillosa. Se producen extraordinarias series y películas, de modo que mi hábito de no ver televisión se altera y vuelvo mi interés a la pantalla chica con la esperanza de que la de nuestro país crezca y retome los esplendores que tenía la televisión venezolana de mi niñez y mi adolescencia.
Pero ese no es el tema. Lo curioso de la televisión norteamericana no es la calidad de los actores, la producción o las historias. Lo perturbador, al menos para mí, son sus comerciales.
Por lo menos el 50% de la publicidad de esta televisión corresponde a medicamentos para tratar la depresión. Verá usted, si se encuentra deprimida, según éstos, debe “consultar con su medico” sobre tal o cual nueva pastilla que “se cree” (esos mismos términos usan) “SE CREE” que reduce o remedia la depresión que la embarga: Una señora “clasemedia” típica vestida de gris se ve ahora en pantalla, igualita a usted, con mala cara en la oficina, con ganas de llorar en el tráfico, etc. La pastilla ud. se la toma y éstos le prometen entonces ver la vida de otro modo: Sale ahora la misma señora vestida de colores brillantes que corre por una pradera florida o hace mercado sonriente entre frutas y verduras saludables.
En el segundo corte de la serie, vuelven los comerciales “antidepresivos”. Esta vez, una nueva pastilla se anuncia. Si usted está tomando la que publicitaban en el segmento anterior y no le está haciendo efecto, entonces a lo mejor debe combinarla con esta otra que potencia el efecto de la primera y la pone a correr todavía más alegre por una pradera todavía más florida. La música se vuelve aún más contagiosa y la fotografía convierte a la ojerosa protagonista del principio en una heroína que ha vencido la nube negra de la terrible depresión.
Para cuando termina el programa, que coincidencialmente tiene un final triste, de esos que a mí tanto me gustan, aparece ahora una pareja que además de las otras dos pastillas, toma una tercera que aviva la llama de la pasión en su matrimonio y los pone, según las imágenes que se ven, a cenar románticamente y a montar enérgicos sendos jet-ski en playas de paraíso.
Provoca entonces salir corriendo a drogarse con estas pastillas que arreglan la vida entera y lo convierten a uno sin mayor esfuerzo en el hombre o la mujer que uno quisiera ser. Pero los que como yo les buscamos la quinta pata al gato y no nos fiamos de nadie, mucho menos de la industria farmacéutica, además de las primorosas imágenes y la fantástica musicalización, también hemos escuchado la advertencia sutil del locutor que con voz amabilísima dice que tanto la primera como la segunda e incluso la tercera pueden, por ejemplo, aumentarle las ganas de pegarse un tiro o lanzarse por el balcón, “especialmente en niños o adolescentes”. Pueden sacarle un salpullido que puede ser mortal o provocarle una resequedad de boca que termina por ser síntoma de “ciertos tipos de cáncer”.
Me hago entonces preguntas de esas, de las mías. ¿En qué niños o adolescentes las probaron? ¿Cuántos y cuáles de ellos se lanzaron por el balcón? ¿Cuál fue el “cierto tipo de cáncer” y a quién le dio? ¿Quiénes fueron los conejillos de indias? ¿Acaso los africanos que reciben tratamiento “gratis” para el HIV patrocinado por las mismas compañías farmacéuticas que originan estas pastillitas?
Por último, me pregunto ¿por qué el afán de drogarnos?
Usted puede que confíe en su médico, y cómo no, a lo mejor él es hasta una buena persona y quiere lo mejor para usted. ¿Pero por qué antes de firmar el récipe, ni él ni la industria farmacéutica ni nadie le recomienda que busque la causa de esa depresión?
Le aseguro que lo que la tiene deprimida no es la situación del país, tampoco la inseguridad ni el gobierno. No la deprime el calentamiento global ni la guerra en el medio oriente. Lo que la tiene deprimida es algo que usted sabe, algo que tiene una causa concreta y que está muy cerca de usted. Lo que la deprime está en su vida, en sus decisiones, en errores cometidos o resoluciones por emprender. Lo que la deprime es la falta de oficio y propósito. Lo que la tiene mal es su incapacidad para lidiar con sus fallas, las de su matrimonio, las de sus hijos. Es decir, la depresión se la puede disfrazar su médico recetándole la pastilla que la volverá una drogadicta, pero no se la va a resolver.
Sería interesante tener los recursos de la industria farmacéutica para hacer un nuevo comercial, con idéntica fotografía y musicalización, que la invitara a ponerse a trabajar en algo que le interese realmente. La señora se verá ahora contenta haciendo lo que siempre ha soñado hacer. La música sube de volumen y se vuelve más alegre cuando la señora empieza a hacer cosas por los demás y encuentra un propósito. Se la ve luego valiente enfrentando asertiva los problemas a los que le ha dado larga y hay una iluminación gloriosa en el momento en el que logra resolverlos y seguir adelante. Por último corre la señora (igualita a usted) enérgica por una pradera florida y termina agotada pero sin efectos secundarios, sin que merme el entusiasmo que la embarga, sin querer suicidarse, sin síntomas de “ciertos tipos de cáncer” y quién sabe si hasta auténticamente feliz.