Saturday, March 3, 2012

De visita al REHAB

Este mes tengo en temporada una nueva obra. Se trata de un drama titulado HIGH (ALTO) que Mimi y yo vimos en Broadway y nos animamos a comprar y producir en Venezuela.
Para nosotros, que vivimos tanteando al público y sus deseos, no es fácil dar con buen material, pero en cuanto vimos el trabajo de Kathleen Turner, la protagonista de la pieza en Broadway, y escuchamos el planteamiento del autor, supimos que era algo importante, tal vez no complaciente o no lo que nuestro público espera, pero necesario, sin duda, y apostamos por esto.
La obra gira en torno a las adicciones, al alcohol, a las drogas, al sexo (todos tenemos una, y los que dicen que no son los que están peor) y la fe (o la falta de ella) como ingrediente crucial en todo proceso de rehabilitación. Todo esto, claro está, barnizado con el humor ácido y el sarcasmo necesario para tolerar la vida, que ya de por sí es suficientemente ruda, y apuntalada con profanidad, sexo y violencia, como lo está la vida de todos aunque lo neguemos.
Obsesivo, compulsivo, adictivo como soy, pues, me puse a hacer mis deberes en función de dirigir esta joyita que remueve al más pintao, y me embarqué junto con Mimi, Carlota Sosa, Christian McGaffney y Rafael Romero (valientes de escenario como pocos que conozco) en este viaje que nos pedía, exigía, volar ALTO. Y como nada es casual, sucedió que el proceso nos tocó a fondo, y al menos en mi caso me cambió (como suele suceder en todo trabajo que no nos queda otra alternativa que enfrentar).
Para los que nos hemos entrenado a ver y leer entre líneas, HIGH nos da varias claves importantes que hoy quiero compartir con ustedes.

 Luis Fernández y Christian McGaffney en una escena de HIGH

Tu secreto mejor guardado
Decía “El Talentoso Señor Ripley” que todos tenemos un cuarto en el que guardamos nuestros secretos oscuros y que cerramos con llave... Allá en el fondo, muy bien guardado y enmascarado, probablemente vergonzoso e inconfesable, al menos uno de esos secretos permanecerá escondido durante toda nuestra vida. Ese secreto, que de tanto cubrir con cientos, miles, un millón de cosas y excusas, a veces incluso a nosotros mismos nos parece que ha desaparecido, no sólo siempre está allí, como al asecho, sino que es justamente el gran secreto que define lo que somos. Exponerlo no es casi nunca una opción, pero supongo que enfrentarlo en privado, conocerlo y reconocerlo, aunque sea para devolverlo a su escondite, me parece hoy algo imprescindible para lograr un mínimo de coherencia en nuestra vida.
Tú te preguntarás ¿qué es lo que tu pareja, tu hijo, tu madre puede estar escondiéndote? ¿qué es eso tan grave y vergonzoso? Y yo te responderé, ¿cuál es el tuyo? No porque quiera que me lo digas, sino porque tú deberías saberlo.
Luego vuelve a guardarlo. Un mundo en el que todos fuéramos con nuestros secretos expuestos sería un mundo de locos intolerable.
Así que cada vez que te encuentres en la tentación de decir que entre tu amado y tú no hay secretos, desiste de mentir y mentirte con algo que es un imposible, aunque soñemos con que alguien dé con la llave y abra la puerta y vea lo que somos realmente y aún así, por encima de todo eso, nos ame.

Carlota Sosa como la Hermana Helena y Christian McGaffney como Andy en HIGH

A veces gana la conciencia, a veces gana el sobreviviente
El auge de la autoayuda, los mil y un caminos espirituales de nuestro tiempo tan perdido y pagano, el sinfín de fórmulas y recetas ofrecidas por los autores de best-sellers, nos han venido mostrando diversas definiciones de eso que llaman “la conciencia”. Y es probable que gracias a esta influencia de vez en cuando actuemos de forma “conciente” o al menos nos demos cuenta de cuando estamos en falta. Sin embargo, la vida no es sólo eso. Siempre hay un balance entre la verdad y la mentira. Muchas veces una verdad será reprimida y con miras a la supervivencia se dirá una mentira. “Todos lo hacemos, y todos lo negamos y todos nos juzgamos los unos a los otros por hacer exactamente lo mismo”, dicen en HIGH. Y es cierto. Bueno sería entenderlo para no perder tanto tiempo valioso apuntando a terceros por algo que de inmediato hacemos nosotros.
Aceptar que NO somos buenos, al menos no tanto como queremos pensar que somos y ciertamente mucho menos de lo que le hacemos creer a los demás, me parece hoy un paso importante en el camino.

El Padre Miguel y la hermana Helena discuten sobre el futuro de Andy

Alcanzar la sobriedad
La sobriedad normalmente la entendemos en relación al alcohol y parecería algo sencillo, incluso obvio para los que no toman, pero si la extendemos a todo lo demás, si la comprendemos como sinónimo de cero chisme, impecabilidad en la palabra, erradicación de malos hábitos, en fin, verticalidad ética en nuestra vida diaria, la sobriedad resulta tan necesaria como difícil de conseguir.
Más aún, suponiendo que nuestra conciencia logra poner cierto orden y logramos desarrollar la voluntad necesaria para alcanzarla con mucho esfuerzo, una vez lograda veremos que alcanzar la sobriedad es la parte sencilla. Mantenernos sobrios es lo que resulta casi imposible.

El hecho es que ser parte de esta obra, que por cierto tienes que ir a ver en el Teatro Trasnocho esta temporada, me ha clarificado sin tregua varios puntos necesarios en eso que unos llaman rehabilitación y que yo prefiero bautizar como el proceso de convertirnos en la mejor versión posible de nosotros mismos.
Por ahora les confieso que si bien estoy haciendo mis deberes, me perdonarán los místicos del teatro y los “rehabilitados” de rigor, pero no puedo mirarme en este espejo que me pone HIGH al frente sin vodka cerca. No estoy aún tan elevado o no me se engañar a tal punto.




HIGH [ALTO] de Matthew Lombardo se estrenó en Broadway en Marzo de 2011. Mimi Lazo produce esta versión en el Teatro Trasnocho, bajo la dirección de Luis Fernández con Carlota Sosa, Christian McGaffney, Rafael Romero y Luis Fernández.