Tuesday, April 3, 2012

¿Qué haces con tu vida? [SexoSentido, la revista · Abril*]

¿Qué estoy haciendo con mi vida?
Esa fue la pregunta que vino a mi mente de inmediato la noche en que vi en los “Critic’s Choice Awards” a George Clooney presentarle a Sean Penn un premio honorario por su trabajo en Haiti mientras Brad Pitt aplaudía de pie.
Evidentemente cambiaría mi carrera sin pensarlo por la de cualquiera de estos tres extraordinarios actores, cuyos trabajos han modelado un inalcanzable patrón para todos los que compartimos oficio con ellos. Pero más allá de sus logros profesionales, sus logros humanos emergen para darle al planeta (y presentarme a mí esa noche)  una lección difícil de digerir.
Es normal que cada vez que Angelina Jolie aparece en medio de un campo de refugiados, hermosa como pocas, conmovida auténticamente y efectivamente haciendo algo por el mundo, alguna imbécil tenga la urgencia de decir, mientras se retoca las raíces en la peluquería, que la tipa es una robamaridos anoréxica. Cada vez que Sean o Clooney aparecen en Haiti o Darfur en evidente acción para ayudar a un desvalido o detener un genocidio, algún eyaculador precoz tiene la urgencia de decir, mientras campanea un güisqui sobre su prominente panza, que uno es un comunista y el otro un maricón de closet. Y así vamos continuamente, juzgando desde la superficialidad y la estupidez a los que son mejores que nosotros (y más bellos, y más talentosos, y más ricos, y muy superiores en todo el sentido de la palabra).
Ese juicio que parecemos necesitar para poder seguir viviendo inmersos en nuestros fracasos y miserias, suele ser lo suficientemente notorio como para provocar largas charlas que disimulen lo que somos y corran una pesada cortina ante la pregunta necesaria.
¿Qué, pues, estamos haciendo con nuestras vidas?
No me refiero a por quién estamos votando, con quién nos estamos acostando o a quién le estamos rezando, esa, por favor, no es la ruta que me interesa.
Si vemos las vidas de los tres caballeros: un soltero empedernido y gozón, un divorciado atormentado de izquierdas o un guapetón casado y padre de siete, es evidente que no importa ninguna de las tres preocupaciones básicas de los “nadie”, esos que van por la vida en la especulación constante sobre las posturas políticas, preferencias sexuales o creencias religiosas de sus semejantes para clasificarlos y definir si están con ellos o en su contra. Esa necesidad tribal del chismecito y la etiqueta no es relevante en lo absoluto. Uno vota una vez cada cuatro años, fornica (con suerte) una vez a la semana y reza (si es un hombre/mujer de fe) si acaso una vez al día. Ninguna de las anteriores es “lo que somos”,mucho menos “lo que hacemos con nuestra vida”. No somos tampoco lo que decimos ser, que para eso, por favor, basta que le eches un vistazo objetivo a tu vida y a lo que dices que tu vida es.
Nuestras acciones y decisiones, en cambio, sí: somos lo que construimos y dejamos como evidencia, nada más.
¿Qué estamos haciendo entonces realmente con nuestras vidas?
¿Estás satsfech@ con le que dejas construido como legado?
¿No deberíamos estar haciendo algo más? 

Carta del Editor
Sexo Sentido, La Revista
Abril 2012

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