Saturday, March 5, 2011

Hermanitas del pecar


Así las bautizó Quevedo, y yo, salvando las distancias, reconozco que a mí también me gustan mucho las putas.
No como cliente, cosa que no dudaría en ser si me hiciera falta un día, sino como admirador de esa desesperanza, como hermano de otra vida. Me gustan sus modos, me gusta la manera como desafían a los transeúntes que pretenden ignorarlas para no preguntarse cosas, y hasta la forma que toma su autodesprecio me gusta. Me atrae. Me fascina.
Y no soy el único, eso es seguro.
Ellas han fascinado por igual a reyes y bastardos, a intelectuales y descerebrados, a maleantes y sacerdotes, desde que el mundo es mundo.
Lamento tanto no haber tenido que acudir a los burdeles, no haberme dejado alumbrar por las luces rojas de carretera, no haber pasado el susto del posible asalto en los desvíos de camino que iban a dar a aquellos divinos avernos que Chalbaud bautizara “El pez que fuma” o “Les Moulin Rouges de Obsidiana”. Cómo me hubiera gustado conocer a La Garza, emborracharme con ella viendo el streap-tease de La Satánica, llorarle un despecho y que ella me dijera que “un hombre enamorado se vuelve mujer” y esas cosas. Pero es demasiado tarde. Las hermanitas del pecar están ahora en Internet, vienen en delivery, o en el mejor de los casos esconden su carita resignada a la desgracia detrás de la voz en el teléfono o el aviso clasificado. Ya no hace falta el riesgo, se puede cómodamente evitar el peligro de lo prohibido que tan bien adereza el sexo profesional. Sólo las más valientes o las más desesperadas son esquineras, y del ritual de visita al burdel no queda, para los aventureros de mi generación, más que una vuelta a la manzana en el carro, si acaso un cambio de luces, un cambio de palabras por la ventana, un polvo express en la Cota Mil. Nada.
El otro día me crucé con una puta senegalesa en la Casa de Campo de Madrid. La vi porque un grito de “apártate de la calle negra de mierda” llamó mi atención hacia ella. Iba con las tetas al aire y unas “braguitas” turquesa que se estiraban hasta el límite intentando abarcar el par de nalgas de piedra que coronaban sus piernas interminables a media espalda.
Ella hizo un gesto que en argot subsahariano significaría una mentada de madre, y era hermosa en verdad. La belleza de una sobreviviente. Me recordó a un transfor espectacular, vecino de La Libertador, con el que solíamos intercambiar saludos Mimi y yo, y que no por casualidad se apodaba “la Mimilazo”. La recuerdo una noche, enfundada en una licra de cuerpo entero con aberturas horizontales que dejaban ver su piel de india gruesa y brillante. Mimi me pidió que me detuviera y le preguntó dónde había comprado el modelito. A la Mimilazo se le iluminó el rostro, no porque la pregunta se la hiciera Mimi, sino porque alguien se detenía y le preguntaba algo distinto al monto del polvo o de la mamada. En ese momento la Mimilazo cobró vida, una vida como he visto pocas veces. Respondió divina que ella misma se diseñaba la ropa, que pensaba montar un taller de costura y de paso celebró el vestido de su diva. Mimi se lo regaló al instante y ella, estoy seguro, recuerda el momento hasta el sol de hoy, porque en más de una ocasión la vimos desfilar por la pasarela de La Libertador, con gracia y desenfado, el modelito de la Mimi Lazo original. Los ojos maquillados, un día con escarcha, otro con negro absoluto, pero siempre con la mirada hermosa de quien está sobreviviendo.
Hubiera podido también saludar a la africana. Le hubiera preguntado su nombre. Hubiéramos dado un paseo por los jardines de este burdel sin puertas.
Hubiera podido expresarle mi simpatía, mi solidaridad, mi aprecio.
Hubiera podido decirle que yo sabía que existía, que la había notado y que, aunque no quería acostarme con ella, me parecía hermosa y viva. Por supuesto no lo hice. Y no lo hice por la misma razón por la que la mayoría las ignora: nos parecemos demasiado.
Habré sido yo en otra vida una puta senegalesa. O es que en realidad, reconozcámoslo o no, pertenecemos todos a esta hermosa, enorme y antiquísima hermandad del pecar.

3 comments:

  1. Hola Luis ! Excelente todo lo que escribes, tengo tiempo tratando de ubicarte, he intentado por varios medios, es que quisiera entrevistar para una tesis, soy tesista de Comunicación Social en la UCV. Si puedes avísame como podríamos ponernos en contacto, podríamos ponernos de acuerdo, mi correo es lmtm18@gmail.com

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  2. Se me pasó comentarte que mi tesis trata de la mujer y el nuevo tratamiento como cuaima que se ha dado en las producciones creativas, quisiera entrevistarte por tu monólogo ! Gracias :)

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  3. Lore: Ojala! Y consigas la entrevista, y puedas realizar lo que intentas seria excelente, claro y que la dieras a conocer o lo que resulte de ello. Luis aunque ni lo conozco, (lucia Divino en Cabaret) es en nuestro país uno de los intelectos que admiro. Pienso que su labor es excelente le he leído muchas veces, y según el mismo dice es ambicioso por naturaleza. Sus deseos de grandezas lo llevaran justo al sitio donde quiera estar (solo imagino). Adelante!

    Pd: Luis Fernández te quiero mucho y eso para mí es bastante.

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